viernes, 3 de diciembre de 2010

El sabor de tu alma

Sus manos cayeron al momento de sentir el rechazo obvio mientras que fijaba la vista en el cuchillo que cayó al suelo abruptamente, Mookyul realmente deseaba que el ajeno hiciera una herida en su cuerpo, no por un tema de enmendar pecados, sino mas bien para recordarle cada día por la cicatriz creada pero lo único que obtuvo de aquella acción fueron aquellas palabras que comenzaban a llenar la habitación.

-Te quejas igual que una perra…- suspiró frío mientras rascaba sus cabellos restándole importancia a los “lloriqueos” de Ryuichi, se mantuvo parado mientras el ajeno llenaba con su presencia y sus vueltas la grande habitación que comenzaba a hacerse pequeña al momento de tener una grata conversación, Mookyul mientras tanto retiraba de sus bolsillos un cigarrillo el cual prendió calmadamente para terminar de escuchar la conversación.

-Estuviste 6 meses fuera antes de mi partida –Le miró fijamente con el cigarrillo a un costado de su boca – Y yo como un imbécil preguntándome con quién estabas, a quién veías, con quién dormías cuando te sentías debilitado mentalmente…- Retiró el cigarrillo para tirar el humo en la cara del ajeno –¿Y ahora te haces la víctima?-

Una sonrisa altiva y fría se dibujó en la cara del coreano quién desviaba el rostro para no reír a carcajadas por el descaro del pobre y siempre maltratado conejo, caminó hacia el teléfono de la habitación marcando un número mientras continuaba llamando y después de un par de segundos comenzó a hablar.

-Seguchi, necesito que me hagas un favor- Al otro lado del teléfono el rubio presidente continuaba en la rueda de prensa que se extendió por el escándalo del escenario, mas oportunidad como esta no tendría por una segunda vez.

-Dime- Respondió feliz jugando con la orilla del vaso repleto de agua.

-Llama al guardaespaldas de Ryuichi y ordénale salir hacia donde tú te encuentras, si haces lo que digo te devolveré el favor con lo que desees- La voz del hombre que habla en su lengua natal sonó baja al teléfono pero aún así Seguchi entendió lo que pedía el hombre irracional para colgar el teléfono totalmente satisfecho por lo que podría aproximarse y sin dudarlo dos veces marcó el teléfono haciendo sonar el móvil que K llevaba consigo en caso de emergencia.

-Presidente- K miró la hora de su reloj disponiéndose a entrar en la habitación.

-Necesito que vengas hacia donde estoy en este preciso instante- K se detuvo al escuchar la orden con la mano en la manilla de la puerta `para desviar el cuerpo hacia un lado refutando la orden.

-En este momento Sakuma está con un ser que podría ser potencialmente peligroso y yo…- Su voz fue interrumpida con el suspiro del presidente quién ahora golpeaba el mesón suavemente con su dedo.

-Ven aquí ahora, Ryuichi es lo suficientemente grande como para cuidar su trasero, una noche que lo dejes no afectará en nada- El guardaespaldas algo enfadado aceptó la petición rascando su cabeza con la punta del revolver – A todo esto, no le avises a él que vendrás, sólo vente- y siguiendo órdenes aunque algo desconfiado se marchó el extranjero rápidamente para volver con la misma rapidez.

-Mookyul desvió su cuerpo después de apagar el cigarrillo mirando fijamente a Ryuichi que yacía sobre la cama de gran tamaño, la luz de la luna se adentró como un rayo por la ventana que aún mostraba vestigios del corazón creado hace unos instantes, los ojos azules del coreano mostraron un destello de frialdad mientras se dirigía hacia la salida de la habitación abriendo confiadamente la puerta para sonreír al darse cuenta de que todo iría como “la sombra” deseaba.

-Creo que te han abandonado- Sonrió malicioso –Creo que K se cansó de ser tu sombra- Se dirigió hacia donde estaba Ryuichi para mirarle desde arriba dejando caer sus párpados que se veían débiles por el estado mental real de Mookyul quién levantaba el brazo para apretar ambas mejillas de un modo firme.

-Tu ego es tan grande que no es capaz de reconocer que de los dos has sido tu el que más a sufrido- Sonrió de medio lado procurando no apartar la vista de las orbes ajenas – Prostituto, Drogadicto, Infantil y débil...¿Quién podría ser sombra de alguien como tú? –

Mookyul por primera vez miraba en menos al peliverde pero no por que pensara que este no tenía capacidades, lo reconocía como cantante pero como persona dejaba mucho que desear, en la mente del mestizo las voces que le aconsejaban asesinarlo crecían con una rapidez emocionante, mas el corazón le detenía aconsejando que dejara de lado su orgullo para rogarle que volviera a él.

-Ryuichi…- Su dedo pulgar acarició los labios contrarios procurando no acercarlo a la boca para evitar ser mordido mientras su expresión comenzaba a cambiar por una más calmada y hasta quizás arrepentida, empujó el cuerpo de Ryuichi hacia atrás y lo miro nuevamente perdiendo la vista en el color oceánico de sus ojos y se abalanzó sobre él para abrazarlo a nivel de la cintura, sus brazos apretaron fuertemente el cuerpo que aún tenía el mismo olor de antes mientras su boca viajaba por los brazos hacia el hombro.

-No hay cuerpo que pueda remplazarte – Desvió el rostro hacia el pecho ajeno mordiendo la prenda de un modo insinuante –No hay vino ni licor que se capas de borrar tu sabor de mi boca- apoyó el peso de su torso en sus ante brazos mientras lamía el pezón por sobre la ropa –No me disculparé…- Volvió a susurrar lo que dijo con anterioridad –Si no deseas estar a mi lado no lo entenderé – Su boca subió introduciendo la lengua por la boca ajena haciendo un semicírculo con esta volviendo a retirarla –Pues tu me perteneces así como yo te pertenezco- Su dedo pulgar se interpuso entre ambos labios introduciéndolo a la boca para humedecerlo por completo mientras la mirada de deseo desvestía al ajeno –No es una puta lo que busco ya que sexo lo encontraré en cualquier lugar- Retiró el dedo para deslizarlo por las comisuras humedeciéndolas aún más –Tampoco deseo un dios ni un todopoderoso cantante- Sus pulgares se deslizaron por los pómulos lentamente mientras Mookyul apoyaba su nariz en una de las mejillas –Lo único que deseo es que Sakuma Ryuichi, el débil, el drogadicto, el infantil, el defectuoso ser humano esté al lado de un Mookyul Eun que es capaz de tatuar con fuego su nombre en su cuerpo…- Abrió los ojos fijándolos completamente en los contrarios para que viera su debilidad y su sinceridad

–Sólo deseo que vuelvas a robar mi espacio con tu presencia- Sus labios rozaron los ajenos para otorgar el único beso suave que ha dado en su puta vida.

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